Muchos autores debaten sobre la actual crisis educativa, principalmente debido a la resistencia y adaptación de las escuelas a las características y necesidades de las sociedades posmodernas. En este sentido, debemos reconocer que el fracaso educativo es un fracaso democrático.
La escuela debe ser entendida y construida teniendo en cuenta la cultura, los valores y los problemas de la sociedad actual, contando con la colaboración coordinada de todos los agentes educativos implicados en el desarrollo de la praxis educativa.
Por ello, este artículo (redactado en inglés) pretende poner de manifiesto la necesidad de incorporar la figura del profesional de la Educación Social en el ámbito formal, ya que su formación puede ser fundamental para mejorar el desarrollo educativo en la escuela, actuando como agente de cambio social, interviniendo y mediando, desde una perspectiva socioeducativa, entre alumnos, familia, profesores y el entorno social próximo.
De igual forma, será fundamental su labor para educar en valores democráticos y preparar a los ciudadanos para la integración y la convivencia en democracia.
